Wilson Orellana
Wilson Orellana
ARTISTA VISUAL
"Brooklyn Navy Yard” - 2024 - Óleo sobre lienzo - 1.5 x 1.5 metros.
Serie Pictórica “Naranja”
Serie Pictórica “Naranja”
La serie “Naranja” fue parte de la Exhibición “Descifrar el Hábitat - Reflexiones sobre el transitar" que reunió tres series pictóricas de Wilson Orellana que fueron presentadas en el Museo Municipal de Arte Moderno en la ciudad de Cuenca - Ecuador desde el 12 de septiembre al 20 de Octubre de 2024. A continuación el texto curatorial de Marcelino García en su versión extendida con el que se presentó la serie en conjunto con el total de la exhibición.
“El único origen de la belleza
es esa herida, singular, diferente para cada uno, escondida o visible, que todo
hombre oculta en su interior, que preserva y a la que vuelve cuando quiere
abandonar este mundo y recluirse en una soledad temporal pero profunda”.
Jean Genet
La realidad latinoamericana,
compleja, con unos espacios urbanos enmarañados e idiosincrásicos, vive
atravesada por poderes invisibles que condicionan su existencia configurando
hábitats de profunda deshumanización que producen tramas alienantes. La pintura
de Wilson Orellana (Cuenca, 1988) incide en esa realidad paradójica de forma
existencial. Partiendo de la cotidianidad urbana, donde los protagonistas de
sus cuadros parecen inmersos de forma inane en los lugares incómodos que
habitan sus escenas, Orellana plantea una realidad a caballo entre un realismo
existencial y un escenario donde la extrañeza emerge con naturalidad. Ese punto
donde lo cotidiano se vuelve extraordinario, fue denominado por Freud como unheimlich y mal traducido al castellano
como “lo siniestro”. En este caso y en honor al término original y ya que la
pintura de Orellana no puede denominarse como siniestra, lo anormal
representado a partir de cuerpos deformados, espacios que no responden a la rigidez
de la representación tradicional del espacio pictórico, jerarquizaciones de
tamaño y diversos recursos expresivos, surge para desvelar lo oculto. Y, ¿qué
es lo oculto en su obra? Todo lo que sobreviene del poder alienante y
desintegrador del ciudadano moderno latinoamericano, lo gris de la existencia
en una sociedad apática. El arte recupera como un acto de memoria aquello que
fue excluido por la historia, lo feo o al menos, lo no tan bello, aquello que
Adorno justificó como un acto de resistencia antifeudal, la admisión de la fealdad.
Y, ¿no es acaso la obra de Orellana una acusación metafórica del
distanciamiento del ser humano del orden natural por motivos de las relaciones
orquestadas por las diversas ejecuciones del poder? El poder de lo laboral, lo
económico, el derecho a habitar el espacio público desde lo político, de
reivindicar una existencia luminosa, son términos que subyacen entre las
diversas capas de su pintura.
Estos lugares incómodos que la
historia del arte ha visitado con anterioridad, no hacen más que subrayar la
rotundidad del mensaje: el ser humano, en las propuestas profundamente
existencialistas de Orellana, se metamorfosea en monstruo desde esa plana existencia
que la contemporaneidad poscapitalista traza.
La soledad, enfatizada a partir del tamaño
exagerado de las figuras, la ausencia de rostros, la transformación inminente o
la estilización de las siluetas, desarrolla un discurso en el que la realidad
local latinoamericana contrasta con la idea de desarrollo impuesta por lo
países occidentales industrializados. La pintura se erige como la metodología
idónea a partir de la que el pintor intenta comprender el mundo y la
complejidad de la existencia. El ser humano está más alienado cuanto más lejos
de los centros de poder se encuentra.
Los espacios en los que se
desarrollan las escenas son lugares desprovistos de personalidad y contexto, y
escenario de acontecimientos donde la temporalidad desaparece y es frecuente el
recurso de la causalidad acrónica. Este recurso neobarroco de aglutinar
diversos momentos y espacios en una sola superficie, funciona como un precursor
de una lectura calmada, lúcida y atenta por parte del espectador.
La violencia humana, tema de
investigación del autor, se expresa más a partir de la contención. No es una
representación explícita, sino que lo que realmente se percibe como violento es
la impavidez de un mundo ausente al dolor ajeno o el control que sobre la
cotidianidad ejerce el poder. El tedio que parece dominar a las ciudades y
personajes de las obras de Orellana, es la verdadera violencia que amenaza con
borrar cualquier brillo de la existencia humana. Ese recurso más que pacificar
la visión, incomoda. El arte para el autor no debe causar placer desinteresado,
no debe imitar lo natural, sino provocar cierto sentimiento de incomodidad, de
desazón.
El universo de Orellana
satiriza y despliega la uniformidad de la existencia y demuestra la
imposibilidad de imponer visiones totalizantes en sociedades complejas. Las
imágenes proponen un lugar a donde muchos no llegan, al corazón de la
existencia, al lugar incómodo que plantea preguntas sin respuestas y que nos
congela en un estado de ataraxia, de flotar eternamente en la nada.
Marcelino García Sedano.
Historiador, curador y crítico de arte.
“El único origen de la belleza es esa herida, singular, diferente para cada uno, escondida o visible, que todo hombre oculta en su interior, que preserva y a la que vuelve cuando quiere abandonar este mundo y recluirse en una soledad temporal pero profunda”.
Jean Genet
La realidad latinoamericana, compleja, con unos espacios urbanos enmarañados e idiosincrásicos, vive atravesada por poderes invisibles que condicionan su existencia configurando hábitats de profunda deshumanización que producen tramas alienantes. La pintura de Wilson Orellana (Cuenca, 1988) incide en esa realidad paradójica de forma existencial. Partiendo de la cotidianidad urbana, donde los protagonistas de sus cuadros parecen inmersos de forma inane en los lugares incómodos que habitan sus escenas, Orellana plantea una realidad a caballo entre un realismo existencial y un escenario donde la extrañeza emerge con naturalidad. Ese punto donde lo cotidiano se vuelve extraordinario, fue denominado por Freud como unheimlich y mal traducido al castellano como “lo siniestro”. En este caso y en honor al término original y ya que la pintura de Orellana no puede denominarse como siniestra, lo anormal representado a partir de cuerpos deformados, espacios que no responden a la rigidez de la representación tradicional del espacio pictórico, jerarquizaciones de tamaño y diversos recursos expresivos, surge para desvelar lo oculto. Y, ¿qué es lo oculto en su obra? Todo lo que sobreviene del poder alienante y desintegrador del ciudadano moderno latinoamericano, lo gris de la existencia en una sociedad apática. El arte recupera como un acto de memoria aquello que fue excluido por la historia, lo feo o al menos, lo no tan bello, aquello que Adorno justificó como un acto de resistencia antifeudal, la admisión de la fealdad. Y, ¿no es acaso la obra de Orellana una acusación metafórica del distanciamiento del ser humano del orden natural por motivos de las relaciones orquestadas por las diversas ejecuciones del poder? El poder de lo laboral, lo económico, el derecho a habitar el espacio público desde lo político, de reivindicar una existencia luminosa, son términos que subyacen entre las diversas capas de su pintura.
Estos lugares incómodos que la historia del arte ha visitado con anterioridad, no hacen más que subrayar la rotundidad del mensaje: el ser humano, en las propuestas profundamente existencialistas de Orellana, se metamorfosea en monstruo desde esa plana existencia que la contemporaneidad poscapitalista traza.
La soledad, enfatizada a partir del tamaño exagerado de las figuras, la ausencia de rostros, la transformación inminente o la estilización de las siluetas, desarrolla un discurso en el que la realidad local latinoamericana contrasta con la idea de desarrollo impuesta por lo países occidentales industrializados. La pintura se erige como la metodología idónea a partir de la que el pintor intenta comprender el mundo y la complejidad de la existencia. El ser humano está más alienado cuanto más lejos de los centros de poder se encuentra.
Los espacios en los que se desarrollan las escenas son lugares desprovistos de personalidad y contexto, y escenario de acontecimientos donde la temporalidad desaparece y es frecuente el recurso de la causalidad acrónica. Este recurso neobarroco de aglutinar diversos momentos y espacios en una sola superficie, funciona como un precursor de una lectura calmada, lúcida y atenta por parte del espectador.
La violencia humana, tema de investigación del autor, se expresa más a partir de la contención. No es una representación explícita, sino que lo que realmente se percibe como violento es la impavidez de un mundo ausente al dolor ajeno o el control que sobre la cotidianidad ejerce el poder. El tedio que parece dominar a las ciudades y personajes de las obras de Orellana, es la verdadera violencia que amenaza con borrar cualquier brillo de la existencia humana. Ese recurso más que pacificar la visión, incomoda. El arte para el autor no debe causar placer desinteresado, no debe imitar lo natural, sino provocar cierto sentimiento de incomodidad, de desazón.
El universo de Orellana satiriza y despliega la uniformidad de la existencia y demuestra la imposibilidad de imponer visiones totalizantes en sociedades complejas. Las imágenes proponen un lugar a donde muchos no llegan, al corazón de la existencia, al lugar incómodo que plantea preguntas sin respuestas y que nos congela en un estado de ataraxia, de flotar eternamente en la nada.
Marcelino García Sedano.
Historiador, curador y crítico de arte.
"El muchacho” - 2024 - Óleo sobre lienzo - 1.5 x 1.5 metros.
"El muchacho” - 2024 - Óleo sobre lienzo - 1.5 x 1.5 metros.
"Violento” - 2024 - Óleo sobre lienzo - 1.5 x 1.5 metros.
"Violento” - 2024 - Óleo sobre lienzo - 1.5 x 1.5 metros.
"El Voz” - 2024 - Óleo sobre lienzo - 1.5 x 1.5 metros.
"El Voz” - 2024 - Óleo sobre lienzo - 1.5 x 1.5 metros.
"Desarrollo” - 2024 - Óleo sobre lienzo - 1.5 x 1.5 metros.
"Desarrollo” - 2024 - Óleo sobre lienzo - 1.5 x 1.5 metros.
"Hermoso Caos” - 2024 - Óleo sobre lienzo - 1.5 x 1.5 metros.
"Hermoso Caos” - 2024 - Óleo sobre lienzo - 1.5 x 1.5 metros.
"Imperio” - 2024 - Óleo sobre lienzo - 1.5 x 1.5 metros.
"Imperio” - 2024 - Óleo sobre lienzo - 1.5 x 1.5 metros.